Recordemos a las leyendas…

«Alguien nos recordará, lo afirmo, incluso en otra época” – Safo de Mitilene (650-580 a.C.)
Recordemos a las leyendas…
«Alguien nos recordará, lo afirmo, incluso en otra época” – Safo de Mitilene (650-580 a.C.)
“Obviamente no sé quién define a las palabras como malas palabras, tal vez sean como esos villanos de viejas películas, que en un principio eran buenos, pero la sociedad los hizo malos”. – Roberto «El Negro» Fontanarrosa en el III Congreso de la Lengua Española, 2004.
¿Son acaso tan malas «las malas palabras»?
Ese es un tema que ha sido discutido, pensado, confirmado y reinvestigado muchas veces. Una conclusión de corte común dice que a menos que haya un asunto que cause coprolalia constante (como en algunos casos de Tourettes u otros trastornos), el uso de groserías o blasfemias -como jocosamente le llaman algunos- en el uso normal del lenguaje incrementa la efectividad del mensaje y le hace más persuasivo, sobre todo cuando tiene un significado evidente que busca motivar, aclarar o puntuar un suceso importante.
Ergo, aunque comúnmente se use en círculos que muchas personas de mente más conservadora (por no decir mojigata) considera deleznables o dignos de gente con poco o pobre vocabulario, resulta que el uso de las mismas se ha probado estandarte de muchísimos genios literarios, artísticos, musicales y otros aplicables a lo largo de la Historia.
Aurelio Meza, escritor mexicano, menciona cómo autores de talla trajeron versiones de un lenguaje a sus lectores que otrora hubieran sido impensables, haciendo mención al lunfardo por Borges y Arlt, al inglés de los negros por Dickens, Faulkner y Toni Morrison (este de ascendencia negra) y el chilango por Pacheco y José Agustín. También debería añadirse a Tito Maccio Plauto, José Saramago, Charles Bukowski, Víctor Hugo, Lope de Vega, Honoré de Balzac, François Rabelais y hasta el mismísimo Molière, quienes recurrieron a formas del lenguaje que muchos en su época consideraban soez, vulgar e inaceptable.
El artículo tiene una cita al final del gran Roberto «El Negro» Fontanarrosa, la cual dijera en aquella mesa de discusión hace años en el III Congreso de la Lengua Española (por ahí del 2003 o 2004 y que tuve la suerte de ver al momento), pero de esa mesa me permito citar otra parte que me ha gustado más: «A veces nos preocupamos porque los jóvenes usan malas palabras. A mí eso no me preocupa (que mi hijo las diga). Lo que me preocuparía es que no tengan una capacidad de transmisión y de expresión, de «grafismo» al hablar. Como esos chicos que dicen: «Había un coso, que tenía un coso y acá le salía un coso más largo”. Y uno dice: “¡Qué cosa!»».
Y luego cierra: «Porque no es lo mismo decir «pelotudo» que «tonto»» y yo confirmo, a mi modo, que no es lo mismo decir «menso» que «pendejo».
Cierro texto y quedo atento a las órdenes de la editorial de Piensología y también agradecido a quien me lea. Que sigan con salud y con bien.
Afectuosamente,
Salvador Alejandro.
Clitemnestra, reina de Mecenas, primera esposa de Tántalo y después de Agamenón. Su madre, Leda, poco después de haber pasado la noche con su esposo Tindáreo, habría sido seducida por Zeus en forma de cisne. De un huevo nació Clitemnestra y Cástor (hijos del esposo de Leda); del otro Helena y Pólux (aquellos del Padre de los Dioses).
Una versión en la mitología griega -la cual suele ignorarse para no ensuciar la memoria heroica de Agamenón- relata cómo éste (loco de amor) mata al primer esposo de Clitemnestra a sangre fría y asesina después al hijo recién nacido de ambos, arrancándole de los brazos de su madre y estrellándole contra el suelo, obligando después a la dolida mujer a casarse con él. De su amarga unión saldrían cuatro descendientes: Ifigenia, Crisótemis, Electra y Orestes.
En esa versión, Clitemnestra conseguiría su venganza años después gracias a Egisto, con quien asesinaría a Agamenón bajo el engaño de un banquete en su honor. Siete años reinaría Micenas con Egisto hasta morir a manos de su hijo Orestes, quien vengaría a Agamenón matándoles a ambos. Las Erinias (o Las Furias), que no veían bien los crímenes familiares, le harían perder la cordura revelándole la verdad detrás de su «heroico» padre.
El resto es historia.
Es curioso cómo la rotación afecta al planeta cuando se le ve desde el espacio. En esta ocasión, compartimos dos videos de la Tierra y los fenómenos de la rotación en diferentes fechas.
En el primero se puede ver cómo la inclinación de la misma con respecto al Sol le da al norte menos luz en invierno (en el hemisferio norte) y mantiene al Polo Norte en completa oscuridad durante todo el día. En el segundo, cerca del solsticio de verano, se puede ver cómo el Polo Sur es el que está oscurecido y el Polo Norte, en contraste, se encuentra iluminado.
🌎 5pm UTC 5th December – 5pm UTC 6th December 2019 pic.twitter.com/vz6oB2FBK1
— Earth (@earthin24) December 7, 2019
https://platform.twitter.com/widgets.js
🌏 12pm 23rd June – 12pm 24th June 2019 pic.twitter.com/YT6HLxiJnv
— Earth (@earthin24) June 24, 2019
https://platform.twitter.com/widgets.js
Videos compartidos por la Dra. Katherine J. Mack (@AstroKatie en Twitter), astrofísica y cosmóloga de quien soy muy, pero muy fan. Los videos fueron obtenidos por el satélite japonés himawari8, el estadounidense GOES16 y dos EUMETSAT europeos.
¿Qué tienen en común estas personas? ¿Alguien? ¿Nadie?
Pues que ninguna de ellas es real: todas han sido creadas por un algoritmo de inteligencia artificial.
Un ingeniero en sistemas, Phillip Wang, creó el sitio https://thispersondoesnotexist.com/ para mostrar cómo funcionaban los avances de IA desarrollados por NVIDIA, una compañía dedicada al desarrollo de unidades de procesamiento gráfico y otras tecnologías informáticas (famosas por sus tarjetas de video tan preciadas por gamers).
Los descubrimientos han probado ser asombrosos. Cada vez que actualizan la página, un nuevo rostro es generado de cero a partir de un vector multidimensional. Aunque algunas fotos salen con artefactos visuales distorsionados, la mayoría son fotografías mezcladas de miles de ejemplos para crear imágenes de personas que no existen en realidad.
El estudio publicado por NVIDIA lo pueden encontrar aquí (en inglés): https://arxiv.org/abs/1812.04948
Y la página, nuevamente y para que jueguen actualizando infinitamente, aquí: https://thispersondoesnotexist.com/
¡Buena semana les desea Piensología!
«Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada
me desordeno, amor, me desordeno.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mala promesa de veneno;
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.»
Carilda Oliver, 1924.
Una nota de Salvador A. Pérez Rosas, psicoanalista y uno de los escritores favoritos de Piensología, sobre el estado del psicoanálisis en estos tiempos modernos:
«Siempre me he rehusado a ser como los lacanianos que hacen mención al trabajo de Lacan, explicando los conceptos ofrecidos en sus seminarios con el mismo tinte muchas veces innecesariamente enigmático que les define. Creo que soy más como Lacan en eso de ser freudiano y como Alain-Miller en eso de querer explicar cosas de forma que otros puedan entenderlas.
Porque en esa forma enigmática está el estigma del psicoanálisis actual: hay un gran número de psicoanalistas que tienen una perspectiva cínica y soberbia sobre el mundo porque conocen las respuestas y el origen de las neurosis que abruman a la mayoría, que preocupan a varios, que vencen a todo el mundo. Analistas que, como Jung en su momento, se sienten invulnerables a estas particularidades; que se regodean como merecedores de tal disciplina.
Y del otro lado está la resistencia. Aquellos psicoanalistas que nos rehusamos vehementemente a pertenecer a la «élite» que se regocija en lo que conoce. Que queremos seguir aprendiendo y compartir con quien quiera dar el esfuerzo el conocimiento provisto por Freud y reanalizado por Lacan. Que usamos los conocimientos adquiridos en el diván y detrás de este para fortalecernos en lugar de eludirnos.
Me rehúso entonces a ser lacaniano y me mantengo freudiano. Me niego a rendirme ante el cinismo agarrándome de un optimismo reverberante que ilumine en lugar de un pesimismo soberbio que sólo sirve para alienar.
Quiero saber. Quiero enseñar.
Y elijo quedarme con la sed de hacer ambas cosas.»
Salvador A. Pérez Rosas, 2018.
«Este olvido tiene un gesto de aquello que es llamado negación fetichista: ‘Sé de qué trata, pero no quiero saber que lo sé, así que no lo sé’. Lo sé, pero me rehúso a asumir completamente las consecuencias de este conocimiento, tan sólo para poder continuar actuando como si no lo conociese».
Esto lo explica Slavoj Žižek en «Violence», donde el autor ahonda en la psicomecánica detrás del olvido de actos malignos que sabemos que ocurren alrededor del mundo (como tortura, engaño, abuso y demás) pero que elegimos «olvidar» para seguir adelante.
¿Es acaso cierto que costaría trabajo seguir con nuestras vidas si siempre consideráramos relevante el sufrimiento ajeno, el dolor de otros, el engaño a seres amados? ¿Será esa la razón por la cual estamos activamente deseando alimentar nuestro ego por medio de atenciones falsas en un entorno repleto de hipócritas?
Salvador Pérez y Elena Giacobitta, 2018.
Es interesante añadir que cuando se añadió este galicismo, muy allá por el siglo XIX, se armó una pelotera entre la RAE y María Moliner, conocidos antagonistas pero ambos próceres y defensores de la lengua española.
La RAE cree que «influir» e «influenciar» son verbos sinónimos, pero que la primera se usa intransitivamente y la segunda, por ende, transitivamente — es decir, que el primero «influye» y el segundo «puede influenciar», según las venas de la lingüística.
María Moliner, por otro lado, decía que ese galicismo era un «solecismo injustificable usado especialmente en Hispanoamérica» y que «no añade nada y suena mal», criticando a la RAE por guiar en su definición a la palabra «influir», sobre todo si venían de la misma raíz.
Saquen pues, piensólog@s, sus conclusiones.
Diálogo entre Rabindranath Tagore y Albert Einstein (fragmento):
«Diálogo entre Rabindranath Tagore y el profesor Albert Einstein», en la tarde del 14 de julio de 1930, en la residencia del profesor Einstein en Kaputh, Berlín.
Einstein: ¿Cree usted en lo divino aislado del mundo?
Tagore: Aislado no. La infinita personalidad del Hombre incluye el Universo. No puede haber nada que no sea clasificado por la personalidad humana, lo cual prueba que la verdad del Universo es una verdad humana. He elegido un hecho científico para explicarlo. La materia está compuesta de protones y electrones, con espacios entre sí, pero la materia parece sólida sin los enlaces interespaciales que unifican a los electrones y protones individuales. De igual modo, la humanidad está compuesta de individuos conectados por la relación humana, que confiere su unidad al mundo del hombre. Todo el universo está unido a nosotros, en tanto que individuos, de modo similar. Es un universo humano. He seguido la trayectoria de esta idea en arte, en literatura y en la conciencia religiosa humana.
Einstein: Existen dos concepciones distintas sobre la naturaleza del Universo:
El mundo como unidad dependiente de la humanidad, y
El mundo como realidad independiente del factor humano.
Tagore: Cuando nuestro universo está en armonía con el hombre eterno, lo conocemos como verdad, lo aprehendemos como belleza.
Einstein: Esta es una concepción del universo puramente humana.
Tagore: No puede haber otra. Este mundo es un mundo humano, y la visión científica es también la del hombre científico. Por lo tanto, el mundo separado de nosotros no existe; es un mundo relativo que depende, para su realidad, de nuestra conciencia. Hay cierta medida de razón y de gozo que le confiere certidumbre, la medida del Hombre Eterno cuyas experiencias están contenidas en nuestras experiencias.
Einstein: Esto es una concepción de entidad humana.
Tagore: Sí, una entidad eterna. Tenemos que aprehenderla a través de nuestras emociones y acciones. Aprehendimos al Hombre Eterno que no tiene limitaciones individuales mediadas por nuestras limitaciones. La ciencia se ocupa de lo que no está restringido al individuo; es el mundo humano impersonal de verdades. La religión concibe esas verdades y las vincula a nuestras necesidades más íntimas, nuestra conciencia individual de la verdad cobra significación universal. La religión aplica valores a la verdad, y sabemos, conocemos la bondad de la verdad merced a nuestra armonía con ella.
Einstein: Entonces, la Verdad, o la Belleza, ¿no son independientes del hombre?
Tagore: No.
Einstein: Si no existiera el hombre, el Apolo de Belvedere ya no sería bello.
Tagore: No.
Einstein: Estoy de acuerdo con esta concepción de la Belleza, pero no con la de la Verdad.
Tagore: ¿Por qué no? La verdad se concibe a través del hombre.
Einstein: No puedo demostrar que mi concepción es correcta, pero es mi religión.
Tagore: La belleza es el ideal de la perfecta armonía que existe en el Ser Universal; y la Verdad, la comprensión perfecta de la mente universal. Nosotros, en tanto que individuos, no accedemos a ella sino a través de nuestros propios errores y desatinos, a través de nuestras experiencias acumuladas, a través de nuestra conciencia iluminada; ¿cómo si no, conoceríamos la verdad la Verdad?
Einstein: No puedo demostrar que la verdad científica deba concebirse como verdad válida independientemente de la humanidad, pero lo creo firmemente. Creo, por ejemplo, que el teorema de Pitágoras en geometría afirma algo que es aproximadamente verdad, independientemente de la existencia del hombre. De cualquier modo, si existe una realidad independiente del hombre, también hay una verdad relativa a esta realidad; y, del mismo modo, la negación de aquella engendra la negación de la existencia de ésta.
Tagore: La verdad, que es una con el Ser Universal, debe ser esencialmente humana, si no aquello que los individuos conciban como verdad no puede llamarse verdad, al menos en el caso de la verdad denominada científica y a la que sólo puede accederse mediante un proceso de lógica, es decir, por medio de un órgano reflexivo que es exclusivamente humano.
Según la filosofía hindú, existe Brahma, la Verdad absoluta, que no puede concebirse por la mente individual aislada, ni descrita en palabras, y sólo es concebible mediante la absoluta integración del individuo en su infinitud. Pero es una verdad que no puede asumir la ciencia. La naturaleza de la verdad que estamos discutiendo es una apariencia – es decir, lo que aparece como Verdad a la mente humana y que, por tanto, es humano, se llama maya o ilusión.
Einstein: Luego, según su concepción, que es la concepción hindú, no es la ilusión del individuo, sino de toda la humanidad…
Tagore: En ciencia, aplicamos la disciplina para ir eliminando las limitaciones personales de nuestras mentes individuales y, de este modo acceder a la comprensión de la Verdad que es la mente del Hombre Universal.
Einstein: El problema se plantea en si la Verdad es independiente de nuestra conciencia.
Tagore: Lo que llamamos verdad radica en la armonía racional entre los aspectos subjetivos y objetivos de la realidad, ambos pertenecientes al hombre supra-personal.
Einstein: Incluso en nuestra vida cotidiana, nos vemos impelidos a atribuir una realidad independiente del hombre a los objetos que utilizamos. Lo hacemos para relacionar las experiencias de nuestros sentidos de un modo razonable. Aunque, por ejemplo, no haya nadie en esta casa, la mesa sigue estando en su sitio.
Tagore: Sí, permanece fuera de la mente individual, pero no de la mente universal. La mesa que percibo es perceptible por el mismo tipo de conciencia que poseo.
Einstein: Nuestro punto de vista natural respecto a la existencia de la verdad al margen del factor humano, no puede explicarse ni demostrarse, pero es una creencia que todos tenemos, incluso los seres primitivos. Atribuimos a la Verdad una objetividad sobrehumana, nos es indispensable esta realidad que es independiente de nuestra existencia, de nuestras experiencias y de nuestra mente, aunque no podamos decir qué significa.
Tagore: La ciencia ha demostrado que la mesa, en tanto que objeto sólido, es una apariencia y que, por lo tanto, lo que la mente humana percibe en forma de mesa no existiría si no existiera esta mente. Al mismo tiempo, hay que admitir que el hecho de que la realidad física última de la mesa no sea más que una multitud de centros individuales de fuerzas eléctricas en movimiento es potestad también de la mente humana. En la aprehensión de la verdad existe un eterno conflicto entre la mente universal humana y la misma mente circunscrita al individuo. El perpetuo proceso de reconciliación lo llevan a cabo la ciencia, la filosofía y la ética.
En cualquier caso, si hubiera alguna verdad totalmente desvinculada de la humanidad, para nosotros sería totalmente inexistente. No es difícil imaginar una mente en la que la secuencia de las cosas no sucede en el espacio, sino sólo en el tiempo, como la secuencia de las notas musicales. Para tal mente la concepción de la realidad es semejante a la realidad musical en la que la geometría pitagórica carece de sentido. Está la realidad del papel, infinitamente distinta a la realidad de la literatura. Para el tipo de mente identificada a la polilla, que devora este papel, la literatura no existe para nada; sin embargo, para la mente humana, la literatura tiene mucho mayor valor que el papel en sí. De igual manera, si hubiera alguna verdad sin relación sensorial o racional con la mente humana, seguiría siendo inexistente mientras sigamos siendo seres humanos.
Einstein: ¡Entonces, yo soy más religioso que usted!
Tagore: Mi religión es la reconciliación del Hombre Suprapersonal, el espíritu humano Universal y mi propio ser individual. Ha sido el tema de mis conferencias en Hibbert bajo el título de ‘La religión del hombre’.
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Rabindranath Tagore
Rabindranath Tagore (Calcuta, 7 de mayo de 1861 – ibíd., 7 de agosto de 1941) fue un poeta bengalí, poeta filósofo del movimiento Brahmo Samaj (posteriormente convertido al hinduismo), artista, dramaturgo, músico, novelista y autor de canciones que fue premiado con el Premio Nobel de Literatura en 1913, convirtiéndose así en el primer laureado no europeo en obtener este reconocimiento.
Tagore revolucionó la literatura bengalí con obras tales como El hogar y el mundo y Gitanjali. Extendió el amplio arte bengalí con multitud de poemas, historias cortas, cartas, ensayos y pinturas. Fue también un sabio y reformador cultural que modernizó el arte bengalí desafiando las severas críticas que hasta entonces lo vinculaban a unas formas clasicistas. Dos de sus canciones son ahora los himnos nacionales de Bangladés e India: el Amar Shonar Bangla y el Jana-Gana-Mana. El de la India con música del maestro Francisco Casanovas.
Tagore, quien desde muy pronto estuvo en contacto con la sociedad y la cultura europeas, «se convirtió a todos los efectos en uno de los observadores más lúcidos y en uno de los críticos más severos de la europeización de la India».
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Albert Einstein
Albert Einstein; Ulm, Imperio alemán, 14 de marzo de 1879-Princeton, Estados Unidos, 18 de abril de 1955) fue un físico alemán de origen judío, nacionalizado después suizo y estadounidense. Es considerado como el científico más conocido y popular del siglo XX.
En 1905, cuando era un joven físico desconocido, empleado en la Oficina de Patentes de Berna, publicó su teoría especial de la relatividad. En ella incorporó, en un marco teórico simple fundamentado en postulados físicos sencillos, conceptos y fenómenos estudiados antes por Henri Poincaré y por Hendrik Lorentz. Como una consecuencia lógica de esta teoría, dedujo la ecuación de la física más conocida a nivel popular: la equivalencia masa-energía, E = mc². Ese año publicó otros trabajos que sentarían bases para la física estadística y la mecánica cuántica.
En 1915 presentó la teoría general de la relatividad, en la que reformuló por completo el concepto de gravedad. Una de las consecuencias fue el surgimiento del estudio científico del origen y la evolución del Universo por la rama de la física denominada cosmología. En 1919, cuando las observaciones británicas de un eclipse solar confirmaron sus predicciones acerca de la curvatura de la luz, fue idolatrado por la prensa. Einstein se convirtió en un icono popular de la ciencia, mundialmente famoso, un privilegio al alcance de muy pocos científicos.
Por sus explicaciones sobre el efecto fotoeléctrico y sus numerosas contribuciones a la física teórica, en 1921 obtuvo el Premio Nobel de Física y no por la Teoría de la Relatividad, pues el científico a quien se encomendó la tarea de evaluarla no la entendió, y temieron correr el riesgo de que luego se demostrase errónea. En esa época era aún considerada un tanto controvertida.
Ante el ascenso del nazismo, Einstein abandonó Alemania hacia diciembre de 1932 con destino a Princeton, Estados Unidos, donde se dedicó a la docencia en el Institute for Advanced Study. Se nacionalizó estadounidense en 1940. Durante sus últimos años trabajó por integrar en una misma teoría la fuerza gravitatoria y la electromagnética.
Aunque es considerado por algunos como el padre de la bomba atómica, abogó por el federalismo mundial, el internacionalismo, el pacifismo, el sionismo y el socialismo democrático, con una fuerte devoción por la libertad individual y la libertad de expresión. Fue proclamado como el personaje del siglo XX y el más preeminente científico por la revista Time.